miércoles, 19 de noviembre de 2008

RADICALIDADES SINIESTRAS


RADICALIDADES SINIESTRAS

Muchos actores y protagonistas de la polarización, el odio y la intolerancia, promotores del enfrentamiento entre bolivianos, no terminan de comprender o no les conviene entender, que los acuerdos políticos generados la pasada semana, han producido cierto ambiente de sosiego y tranquilidad, esperanza de paz en la población boliviana y en consecuencia una oportunidad para la reflexión sobre lo que podría ser la nueva carta magna de Bolivia.

No entienden que la muerte de bolivianos, no es el camino de la transformación del país. Es tan grande su desprecio por la población que no tienen un mínimo de consideración con los momentos de zozobra, desesperanza, temor e incertidumbre que se ha vivido en el último tiempo, al extremo de haber alterado por completo nuestros hábitos de vida, encasillarnos en una cultura de permanente guerra e intolerancia, que ni los momentos de descanso y encuentro familiar han quedado libres por que en esos espacios estamos condenados a ver en la televisión a personajes de uno y otro lado destilando odio y exponiendo con total descaro su impunidad.

Esta absolutamente claro, que a estos radicales, que se caracterizan por su beligerancia verbal mediática, no les interesa para nada la nueva Constitución, les importa un comino el referéndum de enero y el proceso electoral de diciembre de 2008. Una conducta casi enfermiza domina sus actos y están entregados a causar daño al adversario político como si se tratara de enemigos que se debe anular a cualquier costa y sin importar la forma de ese propósito.

En una banda están aquellos que piensan que el poder es eterno, como también la impunidad de sus actos, pero lo más grave, creen que los bolivianos somos tontos, subestimando la inteligencia de la gente al pensar que sus acciones e ilegalidades responden al cumplimiento de la Ley, sin darse cuenta que la conciencia ciudadana es tan elocuente que son calificadas como resultado del odio y revanchismo, por lo que día que pasa confirman su rechazo por estos atropellos y su bronca por el descaro de sus justificaciones. Estos radicales que no nunca fueron revolucionarios, no tienen la talla de encarnar principios socialistas, y menos son o representan intereses o principios indígenas, es tan profundo su resentimiento que no tienen la menor consideración de la imagen de su Presidente, del daño que le ocasionan día a día, en fin en todos los Gobiernos existen los "ama llunkus" que se aprovechan del ego de sus jefes y son los que al final son los beneficiarios directos de los frutos del poder sobre las bases sociales, la militancia partidaria y los eternos luchadores sindicales por la justicia social.

En la otra banda, se encuentra un grupo sin duda con enormes similitudes, en sus actos, argumentos y modo de operar sus intereses políticos. De forma premeditada, intencional y por cálculos políticos rechazan los acuerdos alcanzados en el Congreso, sus objetivos están por demás claros, a cualquier costa buscan justificar su reciente fracaso en el conflicto que ha sido calificada por su gente como traición, incapacidad, incluso cobardía, por lo que intentan mostrarse como furibundos exponentes de una posición contraria al proyecto Constitucional, es decir, una falsa posición que persigue única y exclusivamente su reposicionamiento político para continuar como protagonistas en calidad de representantes de sus regiones que ya no creen en sus acciones. Este grupo no entiende que la población no necesita de ellos para conquistar su autonomía, la gente es altamente consiente de su vocación autonómica, más al contrario su presencia y tozudez puede hacer inviable el proceso y ocasionar consecuencias irreversibles para el mismo, producto de la desconfianza y desaliento que se advierte actualmente en las regiones.

Ambos bandos deben entender que el 25 de enero es inevitable, como parece irreversible diciembre de 2008, por lo que todos sus intentos, intenciones y propósitos tan solo causara mayor animadversión en la población y un deterioro insalvable de su credibilidad.

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